Durante el último quinquenio han sido desmedidos los esfuerzos por generar evidencia y medir lo que se viene haciendo desde el Sector Producción. En muchas ocasiones, ha sido complicado otorgarle el lugar que merece a la generación de evidencia. Todavía nos encontramos en ese esfuerzo.
Desde el Ministerio de la Producción, se tiene el encargo de hacer incidencia en la variable más importante y que explica grandemente el crecimiento de las economías. En buena parte, desde la óptica de los sistemas de producción e innovación, se han creado diferentes programas e intervenciones que apuntan a una oferta de servicios públicos que permita a las firmas transitar hacia una mejora en productividad. La mayoría de estos esfuerzos, todavía, requiere la madurez necesaria para lograr impactar oportuna y eficazmente en un tejido empresarial tan característico.
La marcada polarización de nuestro tejido empresarial obliga a repensar en la forma en cómo se otorga y se absorbe esta oferta de servicios públicos. Transitando desde lograr la sobrevivencia de las firmas en el mercado, hasta acompañarlas en el objetivo de hacerlas cada vez más productivas y competitivas. De esta manera, desde el 2017, iniciamos la cruzada por recopilar, consistenciar, tratar y preparar los datos para oñar en generar evaluaciones. La misión del equipo que me acompaña era clara, si no medimos no sabemos, para bien o para mal, pero no sabemos. Empezamos así entonces, la búsqueda en la profundidad de los registros administrativos disponibles; el fortalecimiento de los instrumentos para la recolección de la información; y batallamos cada año para que la Encuesta Nacional de Empresas (ENE) se mantenga viva. La motivación es clara, medir para diseñar políticas públicas que ayuden a cerrar brechas de manera eficaz y efectiva. Y en ese tránsito en el que nos encontramos, decidimos volcar todos los esfuerzos que hemos venido gestando en este libro.